Inicios del Supermercadismo en el Paraguay

El Supermercadismo en el Paraguay se inició con el supermercado “El País” en el año 1967. Su propietario Don Alberto Sborovsky ex Presidente de la Cámara Paraguaya de Supermercados, fue en aquella época un visionario de lo que es el servicio al cliente, sistema que poco a poco iría a transformar las costumbres de compra del consumidor paraguayo.

El señor Sborovsky o Don Pepi (como respetuosa y cariñosamente se le llama), ya en su fiambrería El País, sobre la calle Estrella c/14 de Mayo iniciaba un trato diferente en la comercialización de sus productos. Inspirado en los principios de autoservicio, con tenacidad y trabajo fue dándole al supermercado El País una imagen propia. El consumidor acudía a sus instalaciones y encontraba una variedad muy importante de productos, orden y limpieza. Las instalaciones de frío daban al consumidor la seguridad de comercialización en los productos perecederos, sobre todo en carnes, fiambres y leche.

Pese a lo difícil de la época en lo referente a la comercialización de productos alimenticios, el “Mercado 4” era el centro de abastecimiento de mayoristas y de consumidores por la variedad de productos que presentaba, y por sobre todo, los bajos precios con los que se ofertaba la mercadería, destacándose las verduras ya que los productores todos los días llegaban a los puestos de venta a partir de las 02:00 hs de la madrugada.

El poderoso centro de compras del “Mercado 4” era por entonces una fortaleza accesible, sólo a comerciantes, proveedores y algunos consumidores. A parte de los impuestos diarios de venta que cobraba la municipalidad a través de sus inspectores, nadie tenia acceso a sus dominios, (Avda. Perú, Pettirossi, Dos Bocas, y cerraba por la Avda. Gaspar Rodríguez de Francia), nada de control de calidad, de salubridad, etc. Su superficie era recorrida velozmente por los carretilleros al servicio de clientes, despenseros y consumidores.

Más de 12.000 despensas se proveían en forma diaria de mercaderías, además de camionetas y camiones de ciudades del interior que encontraban en el “Mercado 4” la variedad de artículos comestibles en cantidad sin límite, se compraba 1 latita de extracto de tomate como 1.000 ó 5 cajas de 90, 100 y 120 unidades cada una.

El predominio de origen en los productos era argentino, en su mayoría. Mercaderías que entraban al país por frontera seca, en un pasamanos de “Derechos”, según jurisdicción, que hacía casi imposible la rentabilidad de los comercios dedicados al rubro alimentos, inscriptos y registrados en los entes de control impositivo y de calidad. Dentro de ese panorama desalentador el Supermercadismo, puso otro pie en el corazón de Asunción.

Fueron años duros, de lucha, de concientización de consumo, cambiar el hábito de compra del usuario no es fácil. Los que iniciaron el supermercadismo lo saben muy bien. El supermercado en el Paraguay era una señal inequívoca de progreso y no siempre se esta dispuesto a facilitar las cosas por los que ven corto, para los que no arriesgan.
El supermercadismo desde su inicio apostó al nuevo Paraguay que aún buscamos.

Apostar al país en el rubro supermercado en la década del 70, era poseer una alta dosis de optimismo ya que sólo del 5 al 6% del comercio de alimentos, bebidas y limpiezas se canalizaba a través del canal de supermercados.

Así paulatinamente iniciaron sus actividades, en la ciudad de Asunción los supermercados Nuevo Total, La Negrita, España, Unicompra, Mundi Mark, Villa Morra, Doña Berta, Gran Unión, Economax I y II, Denis Roa, Pacífico, Líder, Avenida, Ycua Bolaños y 5ta Avenida, en Fernando de la Mora y San Lorenzo: Cosmos, Colombia y Guaraní, en Luque: María Cristina y el Dorado, en Lambaré: El Milagro, Lambaré y Metro.

En el radio de influencia de cada uno de estos locales los consumidores fueron recibiendo una nueva forma de comercialización donde alternaba la variedad de productos, la comodidad, limpieza, orden y precios, en esto último recaía la problemática del negocio, ya que el crecimiento de supermercados estaba acompañando el cumplimiento de las disposiciones, ordenanzas, leyes y todo control del gobierno sobre sus actividades, en un momento en el que el mercado registraba un bajísimo porcentaje de legalidad en sus actividades.

Los supermercados querían adecuar sus servicios al igual que en los países vecinos, capacitados y eficientes, con instalaciones y equipamientos de última generación, implementando sistemas informáticos que facilitara el registro y control de las transacciones, pero el medio lo hacía imposible.

En el mercado 4, en el sector llamado Garibaldi – Puerto, avenidas y en sus propias veredas se ofrecían mercaderías a mitad de precio ante la indiferencia de los encargados y responsables de la fiscalización, no sólo del cumplimiento de las obligaciones fiscales, sino también de salubridad e higiene.

La población encontraba en la informalidad ventaja en los precios de venta, sin embargo existía el riesgo de encontrar productos que no estaban en condiciones óptimas para la venta, sobre todo carnes en el mercado 4, expuestas a toda contaminación, al aire libre y sin mantener la cadena de frío elemental, además de no estar sujetos a controles, pago de patentes, impuestos y jornales diarios que no guardaban ninguna relación con el régimen de salarios mínimos legislados por el Ministerio de Justicia y Trabajo.

En los años 70 y 80 la informalidad llegaba a su máxima expresión. En el mercado 4 se había constituido una suerte de auto protección a los controles del estado sobre sus actividades comerciales que ante la presencia de inspectores, siempre antes anunciada, se cerraban en un bloque que no permitía la entrada y defendía “ sus puestos de trabajo” con palos y herramientas que pronto hacían desistir a los fiscalizadores de sus propósitos.

Ante los repetidos fracasos de intervención a zonas del mercado y depósitos mayoristas, las actividades de control se dirigían con exclusividad a los supermercados, vidrieras de productos, algunos prohibidos, como la leche en polvo, que se exhibía en pilas en el mercado y que en los supermercados era causal de intervenciones y hasta el cierre, por violar la ley. Venían de oficio o atraídos por denuncias y bajo el título de conjunta constituida por funcionarios de Aduana, Ministerio de Industria y Comercio y Hacienda se constituían en el supermercado o supermercados elegidos por 30 y hasta 45 días, revisando cuantos documentos había en la administración y con presencia en depósitos, salones de venta y frentes de cajas para inventariar cuanta existencia había, hasta que la intervención madurara y se establecieran acuerdos convenientes solo para una de las partes.

En ese régimen enrarecido y hostil el supermercado lucho por tener una participación en el mercado, con esfuerzo y sacrificio fue ganando su espacio y el respeto del consumidor.

La década del 80 inició un paso muy importante en la vida institucional del supermercadismo. La apertura de puertas de un supermercado asociado a la Cámara, con una filosofía distinta a los servicios que hasta entonces se ofrecía, dotado de una excelente infraestructura, logró que las compras en supermercados se convirtieran en puntos de reunión los sábados y domingos, donde se reunía lo más selecto de la sociedad asuncena. Sus instalaciones eran colmadas por las familias paraguayas los fines de semana, feriados y vísperas, con la alegría de realizar sus compras en un ambiente cordial y eficiente, con un mix de productos muy variados.

Sin embargo todo el entusiasmo del emprendimiento, decaía cuando se analizaban los márgenes de rentabilidad ante lo informal del mercado. Había que competir con el producto de contrabando en condiciones ya conocidas y lamentadas por cuanto parecía que esa práctica no tenía variantes válidas de protección al comercio formal.

En febrero de 1989, el país se convulsionó y después de más de 30 años de presidencia del Gral. Stroessner se pensó en un cambio total de estructuras, tanto políticas como económicas.

En muchos años se arraigó una forma de vida del pueblo paraguayo que fue y es muy difícil desterrar, aunque no se podía negar un cambio favorable donde el sector del Gobierno reconocía el espacio ganado por el supermercadismo.

El Ministerio del ramo Industrial y Comercial era dirigido por empresarios que permitieron un diálogo sincero y un encuentro positivo para el desarrollo de las actividades comerciales.

Se convocó en varias oportunidades al supermercadismo para que con acción conjunta se hiciera frente a la inflación. Varias campañas dieron a los consumidores la visión que en el supermercado encontrarían sin lugar a dudas su mejor opción de compras.

Para el supermercadismo la formalidad era la mejor forma de consolidar su posición, estaba organizado y actualizado en su funcionamiento.

Este relacionamiento de cooperación con el Gobierno que se había iniciado favoreció notablemente el diálogo entre las partes y permitió que a la puesta en vigencia de la ley 125, encontrará a los supermercados empeñados en la regularización de sus administraciones como medio esperado para pensar en un cambio, que débilmente se intentaba desde los Ministerios de Hacienda e Industria y Comercio.

La administración de aduana puso en vigencia medidas tendientes a controlar los pasos de mercaderías y una serie de obstáculos para desalentar prácticas ilegales. La respuesta no fue todo lo esperado, pero sin lugar a dudas, dio un paso al frente y por propio peso se fueron acondicionando los sistemas y se buscaba una transparencia comercial impositiva muy favorable para el gremio.

La Cámara Paraguaya de Supermercados, que reúne a los supermercados más tradicionales e importantes, fue acompañando las gestiones de los empresarios y ganando un espacio muy importante y trascendente en las gestiones realizadas ante el Gobierno nacional.

El ordenamiento comercial del mercado fue abriendo esperanzas en el supermercadismo, que comenzó a invertir en infraestructuras y equipamientos con tecnologías que dieron al gremio un avance muy marcado en la consideración de los consumidores.

Por el año 95/96 se instaló en el país la Cadena de supermercados Santa Isabel, que se benefició encontrando un mercado más o menos controlado, después de años de lucha ante autoridades nacionales por parte de la Cámara, para adaptar al mercado a fin de facilitar el crecimiento de los supermercados.

La presencia de esta Cadena internacional fue sin duda un punto de inflexión para el Supermercadismo local, ya que se renovaron varias estructuras y equipamientos, sacando a la luz todo el potencial que era capaz de desarrollarse a nivel nacional.

Nuevas bocas se abrieron, ocupando sectores estratégicos de la ciudad y el área metropolitana, y el servicio llegado a los consumidores fue acorde a los registrados en plazas más exigentes. La capacitación del personal y las estrategias de comercialización, ofrecieron, sin lugar a dudas, la mejor y más segura opción de compras para el consumidor paraguayo.

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